Pero ahora, dígame usted, ¿qué hago?

Mi nombre es Ignacio Martínez Montero, nací el 31 de julio de 1963 y vivo en la calle Buenos Aires número 354-E entre Magnolia y San Julio. Municipio Cerro, Ciudad Habana.

Estudié técnico medio en Sistema de verificación y alimentación de animales domésticos. Eso tiene que ver con patos, chivos, perros, gallinas, etc. Me gradué en el 86 y me agarró el servicio militar obligatorio. Lo militar no me gustó y decidí desertar. Por esa razón me sancionaron a un año de privación de libertad y, por suerte, después de cumplir, me dieron lo que entonces se llamaba baja deshonrosa de las FAR.

Durante todo ese año escuché y vi cosas que no me gustaron; y así, poquito a poco, se me fue cayendo la venda y comenzó mi transformación.

Cumplí el año por desertor, y comencé a trabajar. Así la pase, saltando de aquí para allá. En todos los trabajos donde estuve, me buscaba  problemas por pensar y hablar.

Llegó el año 94. Un día muy caluroso de agosto de aquel año, llegué a casa de mi suegra en Cuba y Chacón, corazón de Habana Vieja y muy cerca del Malecón, por esa simple razón, después de visitar a mi suegra, me senté, como muchos, sobre el muro de la bahía, muy cerca de donde aún hoy  entra y sale la famosa lanchita de Casablanca. Ese año fue convulso, se hablaba constantemente de lanchas desviadas a Miami, y del remolcador, quizás por eso llegaron camiones de la brigada especial, agrediéndonos a todos los que estábamos sentados.

Nuestra respuesta a esa agresión, fue únicamente clamar por la Libertad. Se ha dicho que tiramos piedras; pero todo eso es mentira, lo cierto fue que nos cansamos de tanta agresión y, sin ponernos de acuerdo caminamos juntos gritando, Basta ya, Abajo la Revolución,…Y antes de llegar al hotel Deauville, ya nos esperaba un batallón que nos agredió con palos y cabillas. Fueron ellos quienes armaron el rollo. A mí, me partieron la ceja y me dejaron medio cojo. Sí hubo agresiones y armas por parte de los agresores, así que no eran civiles. A uno de los  muchachos de los que marchó con nosotros, a quien le dicen el moro, estando incluso esposado, le dieron un tiro en el torso y de milagro no murió. ¿Quién crees que pagó por eso? Nadie.

Nos montaron a un camión donde nos recibían a golpes solamente para convencernos de que gritáramos Viva Fidel, nos llevaron hasta la estación de policías cita en L y Malecón. Después de horas me llevaron al hospital Calixto García, allí me atendieron el pie y me curaron la herida de la ceja; el certificado médico, nunca  apareció. De ahí nos montaron en otro camión y nos llevaron para la prisión 15/80, pudiera decir “secuestrados”, porque nadie sabía dónde estábamos.

A algunos hijitos y sobrinitos de papá, que estuvieron junto a nosotros, los soltaron de inmediato. Un muchacho no aguantó y terminó ahorcado. De eso nadie se enteró; pero somos muchos los  testigos que sabemos lo que en realidad ocurrió aquel 5 de agosto de 1994, día del Maleconazo.

De la 15/80 me llevaron para Villa, cambiaron mi nombre por un número y permanecí 18 días en largos interrogatorios en los que Sí hubo torturas porque ellos no querían entender que aquello no fue organizado sino que fue totalmente espontáneo. Nos hicieron un juicio sumario, nos pusieron ropa de preso, nos metieron como vacas a un camión y, sin informar a nuestros familiares, nos llevaron para la prisión. Yo caí en Kilo 7 y me tuvieron ocho meses absolutamente excluido sin poder salir al sol. Al cumplir la sentencia nos soltaron no sin antes advertirnos de que seríamos vigilados. Y no era mentira, así es.

Entonces entré en la oposición, me afilié al Partido UNO (Unión Nacional Opositora) hasta que desapareció, y luego entre en la organización disidente Naturpaz (Naturaleza, Paz y medio ambiente).

Saliendo de la prisión fui a la Oficina de Intereses de Los Estados Unidos, aquí en Cuba, a solicitar  asilo político para mí y mi familia, me fue denegado, pedí reconsideración de mi caso en tres ocasiones mas y obtuve la misma respuesta.

Mi hijo tiene 12 años y ha sido maltratado en la escuela porque un señor de La Seguridad, fue a su centro de estudio y dijo que sus padres son contrarrevolucionarios.

Mi esposa Ivonne Malleza Galano, es una Dama de Blanco y ha sido cruelmente amenazada. Estando en el ayuno que se hizo el mes de abril de 2010, nos visitó el oficial Rubén y le dejó dicho a mi madre que me iban a meter 30 años.

Mi último trabajo fue en una empresa estatal que no quiero mencionar porque un mal día alguien me llamó y me dijo:

–       “Mi hermano, tu eres buen trabajador pero te tienes que largar de aquí porque la Seguridad me visitó y me exigió que te botara. Entiéndeme, yo tengo familia”.

Y me fui. Pero ahora, dígame usted, ¿qué hago?

~ por Juan Juan Almeida en junio 27, 2010.

3 respuestas to “Pero ahora, dígame usted, ¿qué hago?”

  1. “Mi hermano, tu eres buen trabajador pero te tienes que largar de aquí porque la Seguridad me visitó y me exigió que te botara. Entiéndeme, yo tengo familia”.

    Las dos fuerzas que realmente mandan en Cuba por encima de las normas jurídicas y la Constitución son el DSE y el PCC. Ellos son realmente el Poder dictatorial en la Isla.

    Eso es una descarada y bochornosa violación de los DDHH así lo obligan a hacer trabajos por la izquierda o en el mercado informal para que la Seguridad le pueda hechar el guante y encerrrarlo por causa común y así se lo quitan de encima y en la carcel lo complican hasta la muete como OZT. Ese es el juego de ajedrez del DSE o la otra variante es si cooperas te sueltan y te conviertes en un chivatón con prevendas; pero sin moral y chantajeado en todo momento, como una prostituta.

  2. Miren el caso de Darsi Ferrer encerrado 11 meses sin juicio por el hecho de comprar de forma «clandestina» dos saquitos de cemento. Ese fue el motivo, pero no la causa y esa Norma Juridica de peligrosidad predelictiva, ese invento jurídico de la justicia cubana, es un invento de la DSE para someter al pueblo y a los que ellos le de la gana de someter. Por lo tanto un día amaneces pensando que pasarás un día tranquilo y terminas encerrado en un calabozo por más de 11 mese sin ser juzgado y no pasa absolutamente nada. Que hay que hacer?. Cada cual que piense en una idea, yo tengo una pero no la dejaré escrita aquí, porque «en silencio ha tenido que ser …»

  3. […] de un testigo presencial El testimonio de Ignacio Martínez Montero publicado en la Voz del Morro presuntamente da un relato de primera mano de lo que sucedió ese […]

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